“T.S. Eliot trabajaba en un banco. Wallace Stevens y Franz Kafka trabajaban en una compañía de seguros. A su modo particular, Eliot, Stevens y Kafka sufrieron tanto como Poe o Rimabud. No tiene nada de deshonroso optar por seguir a Eliot, Stevens y Kafka. Él ha optado por vestir un traje oscuro como ellos, llevarlo como si fuese una camisa en llamas, sin explotar a nadie, sin timar a nadie, pagando a su paso. En la época romántica los artistas enloquecían a escala desmesurada. La locura manaba de ellos en ríos de versos delirantes o grandes goterones de pintura. Esa época ha terminado: la locura de él, si es que su destino ha de ser el de padecer locura, será diferente: tranquila, discreta. Se sentará en un rincón, tenso y encorvado, como el hombre de la toga del grabado de Durero, esperando pacientemente a que acabe su temporada en el infierno. Y cuando haya pasado será más fuerte por haber resistido.”
J.M. Coetzee. Juventud.